martes, 6 de diciembre de 2011

Dona nobis Pacem (Danos la Paz)

“La Belleza salvará al mundo” (Dostoievski)
 
¿Qué hacen un grupo de cuarenta adultos de diversa edad y condición quedando juntos una gélida tarde de noviembre, en medio de una enorme crisis económica, a escuchar y ver una Misa compuesta por un autor muerto hace dos siglos e interpretada hace veinticinco años? Así, de inicio, todo indica que nos encontramos con un grupo de "frikis" con muchas ganas de perder tiempo. Veamos si es cierto. 

Herbert von Karajan dirigió la Misa de la Coronación de Mozart a la Filarmónica de Viena con ocasión de la Santa Misa Solemne que se celebró en el Vaticano, presidida por el Papa Juan Pablo II, con motivo de la festividad de San Pedro y San Pablo de 1985, con la especial participación de entre otros de la soprano Kathleen Battle y del Coro de Viena. 


Mozart fue quizá el hombre más dotado para la música de la Historia y, dicen sus escritos, que puso su incomparable talento a trabajar para conseguir gloria, fama y dinero, como justo reconocimiento a su extraordinario don. Sin embargo, no recibió lo que deseaba y seguramente merecía y murió endeudado, no suficientemente reconocido y consciente de que toda su valía y también toda su miseria, se iban con él a su tumba.

Pero el jueves, pudimos experimentar cómo aquello no era del todo cierto. Escuchando en silencio el Agnus Dei nos pareció que a través de nuestros sentidos desaparecían por momentos nuestras ocupaciones y preocupaciones y, hasta los muros del salón de actos, y nos situamos en otro plano, abiertos a una dramaticidad, una belleza y una alegría impensable varias horas antes.

Mozart no diferenciaba entre rezar y componer o interpretar música. A través de su creación nos sitúa en el mismo lugar que él se colocaba al componer. Y el bellísimo y dramático diálogo que Mozart tiene con Dios nos puso con el corazón en un puño. Nos hizo ponernos de nuevo en la posición de cualquier ser humano, con todo su bagaje y cansancio, que se pone al final del día, de la vida, desnudo, sin engaños, con toda su pequeñez, delante del Destino, de lo Eterno, del Misterio, y hace cuentas… y no le salen, y no nos salen, y entonces… y entonces, pide, pedimos saldarlas al Único que sabe que tiene el poder de saldarlas. Pero no de cualquier forma. 

El Dios ante el que nos pone Mozart es un Dios aparentemente frágil y listo al sacrificio (Agnus Dei), pero que tiene el enorme y único poder la posibilidad de lavar todos los imborrables pecados del mundo (qui tollis pecata mundi), y por tanto, al único que se le puede pedir misericordia gratuita (miserere nobis). Pero basta este grito desgarrador, repetido hasta tres veces para caer en la cuenta, como le ocurriera a San Pedro, esta petición de un corazón en carne viva, para que de manera inmerecida, gratuita e inesperada, Él nos conceda su abrazo, su Paz (Dona Nobis Pacem). Y entonces la melodía íntima, sutilísima de súplica interior de la soprano, se vuelve poco a poco en la potente y grandiosa voz del coro, majestuosa, feliz al experimentar haber obtenido el regalo que por nuestras fuerzas nunca hubiéramos podido obtener: la Paz, el Descanso, la Plenitud que siempre habíamos deseado, que siempre se nos escapa y nos parece inalcanzable.  

Conmoverse de nuevo con Mozart, a través de la sensibilidad de Von Karajan y Battle, dos oradores unidos en una misma interpretación, junto al mendicante Juan Pablo II, hace que la tarde de otoño adquiera otro peso, otra densidad, y que vayamos a casa transformados por la única Belleza que salva al mundo, que está detrás de cada realidad cotidiana, de cada persona que encontramos y que la buena música, el arte y la belleza nos hace más evidente. 

No éramos entonces tan "frikis", era sólo que estamos bien hechos…


viernes, 18 de noviembre de 2011

La Escuela de Atenas


Es el Papa Julio II quien decide destinar la Stanza della Segnatura del Vaticano a biblioteca y lugar de estudio privado. Para lo cual encargará a Rafael Sanzio la decoración de sus paredes, haciéndole representar en ellas las máximas categorías del espíritu humano: La Verdad racional representada en “La Escuela de Atenas” (una de las paredes). La Verdad sobrenatural representada en “La Disputa del Santísimo Sacramento” (frente a ésta). El Bien con “Las Virtudes Teologales y Cardinales y la Ley” (en otra de las paredes). La Belleza con “El Parnaso”, morada de Apolo y las nueve musas protectoras de las artes, junto a poetas antiguos y modernos. Mientras que en la bóveda, se pueden encontrar figuras alegóricas que representan la Teología, la Filosofía, la Justicia y la Poesía.

Nos centramos en “La Escuela de Atenas”, fresco realizado entre los años 1508 y 1511. Esta obra de Rafael, que primero realizó en cartón para luego pasar a la técnica del fresco, ilustra la historia del pensamiento antiguo en sus orígenes, desde el siglo VI a.C. hasta los primeros siglos de la Edad Imperial. Y lo hace mediante la representación de más de 50 personajes reales, entre ellos, filósofos, matemáticos y científicos de gran relevancia en la época clásica, como modelos de la obra, repartidos en el espacio. Cabe destacar el gran equilibrio de la composición, la estructura de la forma  y el juego de colores. Es un reflejo fiel de un momento de la Historia del Arte, el Renacimiento al fondo y su interpretación del pensamiento antiguo.

La lectura de la obra se realiza de izquierda a derecha y de abajo a arriba. Abre la escena un arco gigantesco en forma de semicírculo. A la izquierda, se puede apreciar la representación de la ceremonia de un rito órfico y de las cuatro edades de la vida (infancia, juventud, madurez y vejez) relacionando así la Filosofía con la vida humana.

En el centro de la perspectiva se encuentran Platón y Aristóteles, acompañados por sus respectivos discípulos. En la parte izquierda, están representados la mayoría de los filósofos más significativos anteriores a Platón: Pitágoras, Heráclito, Empédocles…, presocráticos,  sofistas, Sócrates y los socráticos. En un nicho en alto está la estatua de Apolo, representado con la lira para expresar la música y la armonía. En la parte derecha de la imagen, figuran los representantes de la Filosofía y de la Ciencia de la época helenística o imperial: Zoroastro, Ptolomeo, Plotino, así como geómetras y, en otro nicho, en alto igualmente, la estatua de la diosa Atenea, dispuesta por el artista protegiendo a la Ciencia y considerada como patrona de la Filosofía por excelencia.

Platón tiene el dedo de la mano derecha señalando al cielo, con una de sus obras, el Timeo, en la mano izquierda. “(...) En efecto, el hacedor lo hizo todo de fuego, aire, agua y tierra, sin dejar fuera ninguna parte o propiedad, porque se propuso lo siguiente: primero, que el conjunto fuera lo más posible un ser vivo completo de partes completas y segundo, único, al no quedar nada de lo que pudiera generar otro semejante” (Timeo 34d). 

Aristóteles aparece como figura majestuosa, representación ideal del hombre renacentista. Figura con la mano extendida hacia adelante: “Salvad los fenómenos que están delante”. En la otra mano, no tiene la Física sino la Ética, libro de alta espiritualidad: “No hemos de tener, como algunos nos aconsejan, pensamientos humanos puesto que somos hombres, ni mortales puesto que somos mortales, sino en la medida de lo posible inmortalizarnos y hacer todo lo que está a nuestro alcance por vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros”.

El autor firma de dos modos, representándose a sí mismo en el cuadro de una proporción más pequeña que el resto de personajes, entre los grandes, a la derecha de la pintura, y con una segunda firma sobre el cuello de la túnica de Euclides-Bramante.  


Aunque para Platón el arte es una imitación de imitaciones, los renacentistas lo concibieron con mayor densidad ontológica, entendiéndolo como fruición de la belleza y, por tanto, de lo bueno y lo verdadero. Y es así como Rafael concibe su actividad: arte como manifestación del orden y la armonía.

Aunque es imposible resumir en pocas líneas semejante obra, esta reseña pretende mostrar a grandes rasgos la obra  “La Escuela de Atenas”. Fue un regalo para los que estuvieron presentes poder escuchar la conferencia "La Escuela de Atenas de Rafael, como panorámica de la Filosofía griega" del Profesor Rogelio Rovira, disfrutar y aprender sobre la relación entre la Filosofía y la vida, entre la Verdad y el saber.

martes, 17 de mayo de 2011

La Traviata

Verdi escribió un tipo de drama romántico destinado a contribuir con sus melodías, sus argumentos y su puesta en escena a la Italia de Garibaldi y Manzini. Sus obras no estaban dirigidas a un público internacional. El gran mérito del genio de Verdi consiste en elevar este tipo de dramas a patrimonio de la cultura universal. Duetos amorosos, audaces y pegadizos coros, arias brillantes para soprano, tenor y barítono o sus famosos concertantes… La música de Verdi se identifica fácilmente, creando personajes-tipo de la literatura musical mundial: Machbeth, Rigoletto, La Traviata, El Trovador, Un ballo in maschera, Don Carlo, Otello, siendo estas dos últimas óperas la cumbre de su creación, cuando había pasado con creces los 80 años. Ejemplo jamás alcanzado en la creación musical.

La Traviata es una ópera dirigida a tocar las fibras sensibles del público. Verdi da vida a un conjunto de personajes desconocidos hasta entonces en los argumentos operísticos: Soprano (Violetta), tenor (Alfredo) y barítono (Giorgio Germon, padre de Alfredo) en intercambio permanente desde el brindis del primer acto a la despedida de Violetta. Verdi caracteriza cada cambio con una melodía memorable. La obra está basada en la novela de Alejandro Dumas “La dama de las camelias” y Verdi encuentra un libretista fundamental como es Francisco Maria Piave para que texto y música funcionen eficazmente.

La Traviata (La descarriada), es una mantenida rodeada por el lujo y las fiestas, una prostituta, cuyo sacrificio final por amor suena a redención. Desde el comienzo la ópera parece querernos presentar la dimensión pública y privada de Violetta, conflicto entre el ámbito colectivo y el individual, en donde lo exterior –imposiciones sociales y morales- se presenta como una amenaza, como una agresión para la protagonista.

El Acto I, con su célebre brindis, rebosa de piruetas vocales, adornos, escalas; todo un alarde de virtuosismo que apabulla y produce un efecto de decoración, coquetería y divertimiento. Pero a menudo que la ópera progresa, su línea de canto se simplifica, adquiere perfiles más intensos y esenciales. Uno de los extremos hacia esta interioridad se encuentra cuando Violetta responde a la declaración de amor de Alfredo.

En el soberbio Acto II Verdi nos introduce en la psicología de Violetta, allí hallaremos zonas de sombra y claridad como transiciones mínimas, a veces más fáciles de intuir que de explicar. El centro emotivo lo encontramos en el dúo entre la protagonista y el padre de Alfredo, uno de los más bellos y complejos salidos de la inspiración de Verdi. Todo aquí es un juego psicológico de ataques y respuestas, rendiciones, imploraciones e invectivas en las que las perspectivas se modifican constantemente.

En el Acto III Violetta muere por amor. Hasta ahora la pasión había sido el motor de los melodramas verdianos. La pasión es un vínculo radical, absoluto, que no acepta medidas intermedias. A partir de La Traviata los protagonistas verdianos conquistan el privilegio de los sentimientos. Con Violetta, Verdi escribió uno de los papeles más complejos, en donde todas las facetas interpretativas de una cantante deben aflorar en un extraordinario alarde de virtuosismo y de suprema expresión dramática. Se trata de la artista ideal, paradigmática.


domingo, 24 de abril de 2011

De dioses y hombres

Siete hombres que se abrazan mientras cantan un salmo como única defensa contra un helicóptero de combate; un anciano asmático que hace frente a unos terroristas que pretenden llevarse las medicinas que usa para curar a los niños sin recursos; un hombre desarmado que se niega a ceder ante las amenazas de terroristas armados y que luego recrimina a un coronel el trato vejatorio que recibe el cadáver de uno de esos terroristas… Los hombres sólo somos hombres cuando somos libres y la única libertad posible es aquella que es consciente de la debilidad humana y de que Dios es Padre Todopoderoso.
Cuando Fayattia, el jefe del comando terrorista, harto de las negativas del abad a cada una de sus exigencias, le dice amenazante “basta, no tiene elección” el abad responde seguro “sí, tengo elección”. Esta libertad del abad no es fruto de una mayor fortaleza física ni de una mayor valentía humana, sino de una mayor conciencia de pertenencia a Cristo, una claridad que el permite saber que él ya entregó la vida y que por tanto nadie puede quitársela. Esta conciencia va poco a poco desarrollándose en el grupo de monjes de este monasterio del Atlas. Monjes que están lejos de ser héroes o de desear siquiera ser mártires pero que a lo largo de la película van adquiriendo la certeza de que nadie le puede quitar la vida a un hombre libre. Y esta paz y esta certeza son percibidas por los habitantes de la aldea, una aldea en la que ellos son el árbol en el que los otros se posan.
De dioses y hombres deja bien claro que las principales víctimas del integrismo son los propios pueblos en los que éste se desarrolla. Y, frente a la miseria y la violencia a la que el pueblo es sometido por terroristas y gobiernos corruptos, estos monjes muestran cada día la esperanza y el amor de Dios. Un amor que se palpa en un dispensario médico donde también se hace labor de ropero, en un mercado donde unos monjes cristianos tienen un puesto de miel en medio de los demás comerciantes; en un monje anciano que es elegido como confidente de sus sentimientos por una joven musulmana; en un hombre que ama de tal manera el lugar en el que vive que abraza a los árboles entre los que pastan las cabras o en que cristianos y musulmanes celebren juntos una fiesta por la circuncisión de un niño.
En el corazón de cada hombre, independientemente de donde nazca, existe un deseo irreductible de felicidad y es a partir de esa realidad como se puede construir el respeto y la cooperación. No serán las alianzas de los estados, ni los acuerdos internacionales, ni el colonialismo en su versión clásica o moderna, los que salven el abismo entre los pueblos. Sólo puede construirse la convivencia a partir de la experiencia que está en lo más profundo de cada ser humano, y esa no es otra que la conciencia de pertenencia a Dios.


jueves, 7 de abril de 2011

Encuentro Madrid 2011

“Inteligencia de la fe. Inteligencia de la realidad”

Hace poco menos de un año pudimos ver una campaña de publicidad que afirmaba “esto  lo arreglamos entre todos”, que fue propiciada por la Fundación Confianza, cuyo objeto era actuar de palanca para la recuperación de la confianza desaparecida con la crisis actual. La campaña estaba impulsada por muchos personajes conocidos de la sociedad española, tuvo una notable repercusión en los medios de comunicación social, y durante  unas semanas estuvo presente en conversaciones y comentarios. El motivo de la iniciativa era cambiar el estado de ánimo creado por la crisis y convertirlo en confianza y optimismo a través de ejemplos exitosos. Se creía que entre todos, todo podría cambiar.
Ha pasado el tiempo, la crisis arrecia y se ha instalado entre nosotros para quedarse mucho tiempo. La confianza en salir de la misma rápidamente parece que mengua, y esta campaña ha ido perdiendo presencia y no se ha vuelto a reeditar. Los que propiciaron la misma y en general, casi toda la sociedad, parece que se han escondido para protegerse a sí mismos, esperando que el tiempo y las circunstancias nos devuelvan otra vez al camino  del progreso. La salida a la crisis, si viene, es algo que sobrepasa la capacidad individual y la de una sociedad entera…
El pasado fin de semana se celebró la octava edición del Encuentro Madrid, más 500 voluntarios de todas las edades han montado de manera gratuita en la Casa de Campo un lugar donde asistir a exposiciones, conferencias, conciertos, comidas, juegos... ¿Qué pretenden dando tiempo y esfuerzo a una obra sólo va a durar un fin de semana? ¿Por qué persisten en montar una iniciativa así ahora que lo que conviene es resguardarse y esperar a que escampe? ¿Por qué insisten en emitir un juicio sobre multitud de asuntos cuando lo que reina en la sociedad global es la confusión sobre adónde nos llevarán las cosas? ¿No hay otra mejor manera de perder tiempo y dinero?
Observar a fondo lo que ocurre en Encuentro Madrid  es encontrarse con algo que va más allá de lo que se puede se puede constatar sólo con los ojos, personas en acción con una serenidad y una alegría que sorprenden: padres de familia que obedecen  instrucciones de quienes podrían ser sus hijos, profesionales cuarentones montando stands o cocinando cientos de hamburguesas, empresarios estableciendo redes de trabajo en común y compartiendo negocios juntos, adolescentes absortos escuchando la misma conferencia que sus padres, padres cuidando una multitud de niños de toda edad y condición que no son suyos, grupos grandes de adultos y jóvenes escuchando la explicación de una intensa exposición…
Los temas tratados han sido muy diversos: la reinvención del estado del bienestar, la importancia del factor humano en el desarrollo, la enfermedad, la educación, la historia y la fundamentación del saber científico, un cardenal inglés,  un homenaje a U2, un concurso de cortos, posibles soluciones a la crisis, un concierto de cantos alpinos italianos y otro de flamenco, testimonios de Brasil y de Nueva York sobre el modo de afrontar la realidad, tostas y comidas varias,…, etc., etc…, y todo bien organizado… y con gusto. Inteligencia de la fe. Inteligencia de la realidad.
Haber participado en el Encuentro Madrid  es empezar a creer que las circunstancias adversas que vivimos no son determinantes para la felicidad de cada uno, y que puede existir un destino que haga que merezca la pena compartir pensamientos y esfuerzos en aras de un futuro factible mejor, lugares y personas por las que uno puede trabajar y sacrificarse sin renunciar a estar contento, sin renunciar a que sea posible que nuestros deseos por grandes que sean no dejen de convertirse en realidad. Habrá que probar de una manera nueva que la hipótesis que nos pone enfrente la fe es útil para nosotros hombre modernos.
Me he acordado de aquello de “estoloarreglamosentretodos.org” y creo que, tras el Encuentro Madrid, lo podría ahora suscribir yo también. Habrá que ir a contárselo a los de la Fundación Confianza…

viernes, 25 de marzo de 2011

El sueño del celta. Mario Vargas Llosa

El recientemente premiado por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa acaba de presentar un libro inquietante titulado El sueño del Celta. Y es inquietante por lo que supone de constatación de los desmanes, crueldades y exterminios que los países colonizadores europeos del siglo XIX y principios del siglo XX cometieron en tierras africanas y americanas en busca de materias primas necesarias para su desarrollo.

Roger Casement, diplomático británico de origen irlandés, espera su ejecución en Londres al haber sido juzgado por traición contra el Imperio Británico en favor de los levantamientos irlandeses del lunes de Pascua de 1916, buscando para ello la ayuda de la Alemania en aquel momento inmersa en la Primera Guerra Mundial. Ese mismo hombre, real pero no especialmente conocido,  fue el principal artífice de las denuncias realizadas contras los crímenes realizados por las autoridades y empresas recogedoras de caucho en el Congo y en Perú.

Durante muchos años estos crímenes fueron ignorados por las metrópolis a las que puntualmente llegaban el resultado de las explotaciones, con enormes beneficios, beneficios que nunca llegaron a aquellos que trabajaron para obtenerlos y sacarlos del país. Y no se trata de un tema histórico, porque en la actualidad en lugares como el Congo, Bolivia, Sudán, y en cierta medida, en el norte de Africa, se sigue produciendo este expolio.

Roger, entusiasta en su juventud del desarrollo que la colonización y la evangelización supondrían para las comunidades indigenas, conoce de primera mano a las víctimas y los verdugos, desciende a los infiernos donde el hombre se convierte en el principal enemigo para sí mismo y pierde toda dignidad. Con todo el fervor humanamente posible, dedica toda su vida a la denuncia de estos hechos, pero la factura que ha de pagar es enorme. ¿Quién puede ver cara a cara al Mal que el hombre es capaz de hacer y salir indemne? ¿Quién es capaz de perdonar al que no es merecedor de perdón?

El idealismo de Casement, exacerbado con la causa nacionalista irlandesa, desfallece y enloquece, acaba sin la compañía y con la traición de sus amigos, con dudas sobre la necesidad de su sacrificio, con ensoñaciones fruto de su necesidad de dar sentido a todo el mal que ve a su alrededor. Sólo algo sobrenatural puede salvar al hombre de su propio mal, y permanecer de pie cuando todo está por los suelos. La conversión final de Roger le permite morir con dignidad y ser capaz en ese último instante de mirar a la realidad sin rencor y con paz, acompañados de aquellos para quien el mal no tiene la última palabra, siendo una referencia incluso para sus verdugos. Su última mirada sobre el mundo, como le ocurrió al buen ladrón del Evangelio, le salva y le justifica, dando sentido a su sacrificio.

sábado, 19 de marzo de 2011

Conferencia. La Sábana Santa, una imagen imposible

“No necesitamos la Sábana para creer, pero nos conforta”. Estas fueron las palabras de la superiora de una comunidad de religiosas de clausura tras escuchar la conferencia sobre la Sábana Santa que pronunciara para ellas hace unos años Ignacio Dols Juste.


El pasado jueves 17 de marzo, invitado por la Asociación Cultural El Árbol Blanco, Ignacio Dols, Arquitecto y Miembro del Centro Español de Sindonología, ofreció en la Parroquia Santa María de la Esperanza la Conferencia “La Sábana Santa, una imagen imposible”.


La Sábana Santa, o Santa Síndone, es el lienzo que, según la tradición, envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret, y en el que estuvo después de su crucifixión y muerte, desde que lo depositaron en el sepulcro hasta que resucitó. 
Nosotros tampoco necesitamos la Sábana Santa para creer, pero al tiempo que agradecemos la oportunidad de tener acceso a información documentada sobre  ella, la Conferencia ha supuesto una ocasión y una provocación para, de forma rotunda, volver a caer en la cuenta de la interpelante humanidad de Jesucristo, de las muestras evidentes de su dolor en la Cruz y de la posibilidad de encontrarnos frente a frente con el rostro de Aquel que murió por amor a cada uno de nosotros.


Más de un centenar de personas pudimos conocer, gracias a la claridad y rigor de la exposición de Ignacio Dols, los diferentes elementos que pueden observarse en la Sábana, la composición de la tela, la procedencia de las huellas que en ella se aprecian,  el recorrido hasta llegar a Turín, así como las restauraciones e investigaciones más importantes sobre la Síndone, denominación más extendida en el mundo para el lienzo que envolvió el cuerpo de Jesús en el sepulcro.

La Sábana Santa se encuentra en la Capilla de la Síndone, dentro de la Catedral de Turín. Allí ha permanecido en los últimos cuatro siglos. Por eso se puede afirmar que Turín es la ciudad de la Síndone, de la Sábana Santa. La Sábana Santa llegó a Francia desde Constantinopla a principios del s. XIII y pertenece a la Casa de Saboya desde mediados del s. XVI. En 1983, Humberto II de Saboya, desterrado rey de Italia, deja en herencia la Sábana Santa al Vaticano, actual propietario.

Se puede acceder a más información sobre la Sábana Santa en el portal del Centro Español de Sindonología. (http://www.linteum.com)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Exposición El Esplendor del Románico

¿Cómo es posible que unas pinturas y unas esculturas de escaso valor técnico realizadas en el Pirineo Catalán hace diez siglos nos atraigan tanto y nos llenen de tantas sugerencias y preguntas? El Románico fue una de las primeras manifestaciones artísticas homogéneas en el conjunto de Europa, fruto de un fuerte desarrollo demográfico, económico y social, y de un inusitado intercambio cultural y de intercambio de ideas que ocurrieron desde Bizancio hasta Finisterre entre los siglos XI y XIII. El resultado artístico de aquella época nos sigue maravillando hoy en día.

La razón de esa fascinación es intrigante, ya que no se trata de obras de una excesiva complicación técnica, ni excesivamente caras, ni de una excesiva complejidad. Su atractivo está más en lo que sugieren más que en lo que muestran.  Lo que llama poderosamente la atención del arte románico es la prevalencia de lo simbólico frente a una representación fidedigna de la realidad física. Lo simbólico muestra que lo más verdadero e interesante de la realidad está más allá de lo visible, más allá de las apariencias. "El símbolo es una conjunción de formas visibles destinadas a mostrar las invisibles" (Hugo de San Víctor, 1090-1141)

Cuando uno se queda a solas (es recomendable ir a ver al exposición en horas de poca asistencia de público) delante de la Majestat Batlló, o ante el Frontal de la Seo de Urgell, el silencio se impone y uno adivina que existe un significado más allá de la mera escultura de madera. Los hombres que vivieron el alto medievo entendían que existía una unidad en todas las cosas, y que entender esa unidad era algo sencillo, que podía resumirse en un crucifijo, en una madre con un hijo, en un rostro. Y todo este misterio quedaba reflejado en torno a una capilla de piedra, lugar sagrado donde todo se condensaba, a través de la liturgia, y, donde todo, los cultivos, la familia, el comercio, el tiempo, las cosechas, las disputas, las alegrías, el nacimiento y la muerte, cobraba un significado, adquiría un sentido que aparentemente no tenía .

Esta exposición nos llega gracias a un grupo de amigos que se reunía en una taberna "Els quatre gats" de Barcelona, donde a través de una amistad creativa, se gestó entre otras iniciativas, el actual Museu Nacional Dart de Catalunya MNAC, donde se reúne una de las más importantes colecciones de arte románico, recogidas de iglesias románicas del Pirineo Catalán.

Estas obras esconden un mensaje igualmente válido para los hombres del medievo que para nosotros, hombres del siglo XXI. Tú puedes ir a comprobarlo... y en caso que no puedas, puedes verlo virtualmente en http://www.exposicionesmapfrearte.com/romanico/visita_virtual.html

lunes, 21 de febrero de 2011

Cine. El concierto

 El director Radu Mihaleanu (El tren de la vida)  elabora una película donde combina diferentes géneros, que van desde la comedia, el surrealismo y el drama. Capaz de pasar de la tristeza a una carcajada. Resulta difícil resumir la cantidad de matices, sensaciones, alegrías y tristezas que es capaz de transmitir.
Una comedia que contiene en su interior un drama humano emotivo y profundo. Destacaría la enorme humanidad del protagonista por encima de cualquier otro planteamiento y la búsqueda dentro de uno mismo de lo que de verdad somos y lo que queremos. La película hace también una suave crítica de los extremos políticos, comunismo y capitalismo.
Los momentos musicales están conseguidos con una delicadeza realmente sutil  hasta llegar al concierto final (Tchaikovsky),  el auténtico protagonista de la película, que se convierte en una metáfora de las relaciones entre el individuo y la colectividad. En resumen es una historia sobre una pasión: la música.
Una película, nominada a 6 premios César, muy recomendable para todos  pero sobre todo para los amantes de la música y con sentido del humor.

Sinopsis
En la época de Brezhnev, Andrei Filipov era el mejor director de orquesta de la Unión Soviética y dirigía la célebre Orquesta del Bolshoi. Pero en plena  gloria, tras renunciar a separarse de sus músicos judíos, entre los que estaba su mejor amigo Sacha, fue despedido. Treinta años después, sigue trabajando en el Bolshoi, pero ahora… como limpiador. Una noche que Andrei se queda hasta tarde sacando brillo al despacho del jefe, encuentra un fax dirigido a la dirección del Bolshoi: se trata de una carta del Teatro de Chatelet invitando a la orquesta oficial a que vaya a dar un concierto a París. De repente, a Andrei se le ocurre una idea loca: ¿por qué no reunir a sus antiguos compañeros músicos, que viven de hacer trabajillos y chapuzas, y llevarlos a París, haciéndoles pasar por el Bolshoi?

martes, 1 de febrero de 2011

Cine. Camino a la libertad

¿Qué puede hacer que uno pueda plantearse y realizar sin desfallecer el caminar desde el corazón de Siberia hasta la India a través de la tundra siberiana, el desierto del Gobi, y la cordillera del Himalaya sin víveres ni equipamiento y sin posibilidades de pedir ayuda durante el camino? ¿qué o quién puede sostener ese gigantesco esfuerzo aguantando hambre, sed y muertes de compañeros? Esta película cuenta la historia real de Slavomir Rawicz que escapó junto a otros prisioneros de un gulag soviético para recorrer un camino de 4.000 km. hasta la India y así  poder escapar del régimen soviético y regresar a la Europa no ocupada. Este camino largo y penoso es similar al que tuvo que recorrer una gran parte de Europa durante casi la totalidad del siglo XX para superar el totalitarismo, con el único objetivo de encontrar la libertad, y lo que esta libertad conlleva, principalmente la necesidad humana de poder encontrar el perdón, y la posibilidad de arrancar de nuevo y de que el mal no tenga la última palabra.

En el grupo de escapados puede observarse distintas posturas que uno puede tomar ante la cruda realidad: la fuerza indomable del espíritu de supervivencia, el miedo a la libertad, el respeto al otro diferente de mí, la capacidad reconstituyente de perdonar, la bondad de la búsqueda del bien común y la necesidad del otro para tu propia felicidad, la obediencia a quien sabe adonde ir, la misericordia frente a la menesterosidad de otros, la reconciliación con el mal hecho en el pasado, la amenaza que supone para el poder el deseo trascendente del hombre, ..., etc.

Viendo esta película uno constata de nuevo que para ser verdaderamente feliz se necesita un camino que recorrer que nos eleve desde nuestra condición de esclavos hasta un Destino a la altura de lo que deseamos, la felicidad nuestra y la de los que amamos. Por eso caminar da pleno sentido al hombre, porque supone la existencia de un destino, pone en juego nuestra libertad y nos hace solidarios con los otros.

Película sobresaliente que pide verla en pantalla grande por la imponencia de los paisajes y de las interpretaciones. Otra obra inquietante de Peter Weir (el Show de Truman, el Club de los poetas muertos...) con un magnífico reparto donde destacan especialmente Collin Farrel, un extraordinario Valka, y en un segundo plano, Ed Harris y Jim Sturgess.

Los miserables. El musical


Los Miserables es una obra que tiene muchas lecturas posibles; es un tratado sobre la injusticia social, una descripción de la Francia del primer tercio del siglo XIX, una apología sobre el valor del de la libertad, un elogio del pueblo soberano frente el poder opresor, un drama sobre la redención y una novela romántica.

Sin embargo también podría pensarse que esta gran obra está escrita principalmente para plantear una pregunta que se formula apenas iniciada la obra; ¿puede un hombre nacer de nuevo siendo viejo? Tras plantearla, Victor Hugo la contesta, casi al momento, con un rotundo sí. Luego, durante centenares de páginas y un par de horas de musical, el autor muestra todas las dificultades posibles para que el protagonista, Jean Valjean, pueda poner a prueba el renacimiento que el encuentro con el obispo le proporciona. Pero ninguna prueba es capaz de borrar la experiencia de este hombre transformado.

No obstante, las páginas de la novela y los minutos del musical no discurren sólo para poner a prueba la convicción del cambio en el antiguo recluso. Su antagonista, Javert se encuentra al final de la obra con la misma experiencia que Valjean. Pero ahora Víctor Hugo plantea una segunda pregunta ¿basta un encuentro para cambiar la vida de una persona? De nuevo la respuesta es rotunda, pero esta vez de signo contrario. Además de un encuentro es necesaria la libertad del que lo tiene. Ante la experiencia del perdón la opción de Javert no es nacer de nuevo sino morir para siempre. Ante el descubrimiento de que es posible una vida distinta sólo hay dos opciones para un hombre que pretende ser coherente, abrazar la nueva vida que se le propone o dimitir de cualquier clase de vida.

El musical basado en esta gran novela rescata todos los elementos clave de la obra original y potencia y actualiza la magnífica historia que ésta cuenta. Cada aspecto del mismo está cuidado al detalle; las interpretaciones, las letras de las canciones, la escenografía y las grandiosas melodías refuerzan cada detalle de la historia y hacen que las dos horas y media de espectáculo transcurran en una emoción creciente. En definitiva, la convierten en una experiencia absolutamente recomendable.