viernes, 18 de noviembre de 2011

La Escuela de Atenas


Es el Papa Julio II quien decide destinar la Stanza della Segnatura del Vaticano a biblioteca y lugar de estudio privado. Para lo cual encargará a Rafael Sanzio la decoración de sus paredes, haciéndole representar en ellas las máximas categorías del espíritu humano: La Verdad racional representada en “La Escuela de Atenas” (una de las paredes). La Verdad sobrenatural representada en “La Disputa del Santísimo Sacramento” (frente a ésta). El Bien con “Las Virtudes Teologales y Cardinales y la Ley” (en otra de las paredes). La Belleza con “El Parnaso”, morada de Apolo y las nueve musas protectoras de las artes, junto a poetas antiguos y modernos. Mientras que en la bóveda, se pueden encontrar figuras alegóricas que representan la Teología, la Filosofía, la Justicia y la Poesía.

Nos centramos en “La Escuela de Atenas”, fresco realizado entre los años 1508 y 1511. Esta obra de Rafael, que primero realizó en cartón para luego pasar a la técnica del fresco, ilustra la historia del pensamiento antiguo en sus orígenes, desde el siglo VI a.C. hasta los primeros siglos de la Edad Imperial. Y lo hace mediante la representación de más de 50 personajes reales, entre ellos, filósofos, matemáticos y científicos de gran relevancia en la época clásica, como modelos de la obra, repartidos en el espacio. Cabe destacar el gran equilibrio de la composición, la estructura de la forma  y el juego de colores. Es un reflejo fiel de un momento de la Historia del Arte, el Renacimiento al fondo y su interpretación del pensamiento antiguo.

La lectura de la obra se realiza de izquierda a derecha y de abajo a arriba. Abre la escena un arco gigantesco en forma de semicírculo. A la izquierda, se puede apreciar la representación de la ceremonia de un rito órfico y de las cuatro edades de la vida (infancia, juventud, madurez y vejez) relacionando así la Filosofía con la vida humana.

En el centro de la perspectiva se encuentran Platón y Aristóteles, acompañados por sus respectivos discípulos. En la parte izquierda, están representados la mayoría de los filósofos más significativos anteriores a Platón: Pitágoras, Heráclito, Empédocles…, presocráticos,  sofistas, Sócrates y los socráticos. En un nicho en alto está la estatua de Apolo, representado con la lira para expresar la música y la armonía. En la parte derecha de la imagen, figuran los representantes de la Filosofía y de la Ciencia de la época helenística o imperial: Zoroastro, Ptolomeo, Plotino, así como geómetras y, en otro nicho, en alto igualmente, la estatua de la diosa Atenea, dispuesta por el artista protegiendo a la Ciencia y considerada como patrona de la Filosofía por excelencia.

Platón tiene el dedo de la mano derecha señalando al cielo, con una de sus obras, el Timeo, en la mano izquierda. “(...) En efecto, el hacedor lo hizo todo de fuego, aire, agua y tierra, sin dejar fuera ninguna parte o propiedad, porque se propuso lo siguiente: primero, que el conjunto fuera lo más posible un ser vivo completo de partes completas y segundo, único, al no quedar nada de lo que pudiera generar otro semejante” (Timeo 34d). 

Aristóteles aparece como figura majestuosa, representación ideal del hombre renacentista. Figura con la mano extendida hacia adelante: “Salvad los fenómenos que están delante”. En la otra mano, no tiene la Física sino la Ética, libro de alta espiritualidad: “No hemos de tener, como algunos nos aconsejan, pensamientos humanos puesto que somos hombres, ni mortales puesto que somos mortales, sino en la medida de lo posible inmortalizarnos y hacer todo lo que está a nuestro alcance por vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros”.

El autor firma de dos modos, representándose a sí mismo en el cuadro de una proporción más pequeña que el resto de personajes, entre los grandes, a la derecha de la pintura, y con una segunda firma sobre el cuello de la túnica de Euclides-Bramante.  


Aunque para Platón el arte es una imitación de imitaciones, los renacentistas lo concibieron con mayor densidad ontológica, entendiéndolo como fruición de la belleza y, por tanto, de lo bueno y lo verdadero. Y es así como Rafael concibe su actividad: arte como manifestación del orden y la armonía.

Aunque es imposible resumir en pocas líneas semejante obra, esta reseña pretende mostrar a grandes rasgos la obra  “La Escuela de Atenas”. Fue un regalo para los que estuvieron presentes poder escuchar la conferencia "La Escuela de Atenas de Rafael, como panorámica de la Filosofía griega" del Profesor Rogelio Rovira, disfrutar y aprender sobre la relación entre la Filosofía y la vida, entre la Verdad y el saber.

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